NACION ISLAMICA DE PALESTINA
JEFATURA SUPREMA
S.A.R PRINCIPE
ALÍ MUHAMMAD BIN FAISAL AL-SAUD
Hijo
de Faisal bin Abdul-Aziz Al-Saud (La Paz y la bendición de Allah sea con él)
Guardian
de la Ciudad Santa Islámica de Jerusalén y del Noble Santuario de La Mezquita
de Al-Aqsa y de la Qubbat al-Sajra,
y por la Compasividad y la Misericordia de Allah Jefe Supremo de la Nación.
COMUNICACIÓN A LA
COMUNIDAD INTERNACIONAL
Salaam Aleikum
Es
un honor para mí dirigirme a los pueblos del mundo, con el objetivo común de
abogar por la paz en el Medio Oriente. A medida que nos enfrentamos a desafíos
geopolíticos complejos, es vital recordar que solo a través del diálogo
constructivo y la cooperación mutua podemos alcanzar una paz duradera y
significativa en esta región tan rica en historia y diversidad.
El
Medio Oriente ha sido testigo de conflictos que han causado dolor y sufrimiento
a las personas que llaman hogar a esta tierra. Sin embargo, también es un lugar
donde la esperanza y el potencial de la paz pueden florecer. Es esencial
reconocer la humanidad compartida que todos compartimos, independientemente de
nuestro origen étnico, religión o nacionalidad.
La
paz en el Medio Oriente no debe ser solo un sueño inalcanzable, sino una
realidad tangible. Para lograr esto, debemos comenzar construyendo puentes en
lugar de muros, fomentando el respeto y la comprensión mutua entre las
distintas comunidades y culturas que coexisten en esta región. Debemos
encontrar espacio para el diálogo abierto y sincero, escuchando atentamente las
preocupaciones y aspiraciones de todas las partes involucradas.
La
construcción de la paz requiere valentía y compromiso de todas las partes. No
podemos permitir que los prejuicios y estereotipos nos dividan. En cambio,
debemos trabajar juntos para fomentar una atmósfera de confianza y cooperación,
reconociendo que nuestras diferencias son una fuente de riqueza y fortaleza, en
lugar de división.
La
educación y el conocimiento son herramientas poderosas para promover la paz.
Debemos invertir en la educación de calidad, que fomente la tolerancia, el
respeto y la empatía. Al hacerlo, cultivaremos una generación futura de líderes
que estén dispuestos a encontrar soluciones pacíficas a los problemas que enfrentamos
actualmente.
Además,
debemos abordar las raíces profundas de los conflictos en el Medio Oriente,
incluyendo las preocupaciones económicas y sociales. La falta de oportunidades
y la desigualdad pueden alimentar sentimientos de injusticia y desesperación,
lo que puede conducir a tensiones y conflictos. Al crear condiciones
equitativas para todos los ciudadanos, podemos sentar las bases para un futuro
más pacífico y próspero.
Como
comunidad global, también tenemos un papel importante que desempeñar en la
promoción de la paz en el Medio Oriente. Debemos apoyar los esfuerzos de
mediación y facilitación, trabajando juntos para encontrar soluciones justas y
sostenibles. Debemos ser solidarios y tender la mano a aquellos que buscan la
reconciliación y la cooperación.
En
conclusión, la paz en el Medio Oriente no es un sueño utópico, sino una meta
alcanzable. Depende de nosotros, como individuos y como sociedad, tomar medidas
concretas para promover esa paz. Avancemos juntos, dejando de lado nuestras
diferencias y construyendo una nueva narrativa basada en la comprensión mutua,
la tolerancia y el respeto. Con paciencia, sabiduría y amor, podemos crear un
Medio Oriente donde reine la paz, y dar un ejemplo inspirador al resto del
mundo.
En
medio de los desafíos y tensiones que han marcado la relación entre Israel y
Palestina, es fundamental recordar que existe un camino hacia la paz basado en
el diálogo y la búsqueda de soluciones mutuamente aceptables. El reconocimiento
de la Resolución 181 de las Naciones Unidas, adoptada en 1947 de inicio por
Israel en 1948, y ahora por nosotros mediante la Nota Diplomática que nuestra
Ministra de Asuntos Exteriores Latifa Arafat entregó en la Secretaría General
de la ONU, abre el compromiso de ambas partes para definir las fronteras
comunes establecidas en el plan de partición, que pueden ser los cimientos
sólidos sobre los cuales sentarse a negociar y lograr una paz duradera.
La
Resolución 181 de las Naciones Unidas fue un paso histórico en el
reconocimiento de la necesidad de una solución justa y equitativa para el
conflicto entre Israel y Palestina. Esta resolución estableció las bases para
la creación de dos estados independientes, uno israelí y otro árabe, que
coexistieran en paz y seguridad.
El Reconocimiento
por nuestra parte como pueblo Árabe de materializar el cumplimiento de este
plan de partición es esencial para reavivar el proceso de paz y abrir la puerta
al diálogo constructivo. Ambas partes deben estar dispuestas a dejar de lado
las diferencias y buscar un terreno común en el que puedan construir un futuro
pacífico y próspero para sus pueblos.
Es
importante recordar que ninguna solución será perfecta ni satisfará todos los
deseos y aspiraciones de ambas partes. Sin embargo, acercarse a la mesa de
negociación con la firme convicción de que el diálogo puede llevar a un
compromiso mutuo es un primer paso crucial, con la excepción de que sean
castigados los crímenes contra los Derechos Humanos que se hubieren cometido, y
de juzgar a los responsables de tales hechos, para que no haya impunidad ante
la comunidad internacional, de lo cual asumimos el compromiso de hacerlo, y de
llevar a juicio a los represores que sean identificados para que se les aplique
todo el peso de la ley.
Para
lograr un avance significativo en las negociaciones, es fundamental crear un
ambiente propicio para el diálogo. Esto implica un compromiso firme por parte
de todas las partes involucradas para poner fin a la violencia y abstenerse de
tomar acciones unilaterales que puedan socavar la confianza mutua.
El
establecimiento y reconocimiento de fronteras comunes, como se estipula fielmente
en el capítulo definido como Fronteras: EL ESTADO ARABE en la Resolución 181,
debe ser un objetivo prioritario. Esto no solo permitirá una mayor estabilidad
y seguridad para ambas comunidades, sino que también allanará el camino para
resolver otras cuestiones pendientes, como el estatus de Jerusalén y el retorno
de los refugiados, con el dolor de que mi madre que fue expulsada ya no
regresará. Ya hemos aprobado la realización de estudios para la construcción de
un Aeropuerto Internacional y Hoteles en nuestro territorio cercanos a la Santa
Ciudad.
No
podemos subestimar los desafíos y obstáculos en el camino hacia la paz. Sin
embargo, debemos recordar que la paz no es solo un objetivo, sino un proceso
continuo que requiere paciencia, compromiso y voluntad de ambas partes.
A
medida que avanzamos hacia la negociación y el cumplimiento de la Resolución
181 de las Naciones Unidas, insto a todas las partes a considerar los intereses
y necesidades legítimas del otro. Debemos abandonar los estereotipos y
prejuicios, y en su lugar, buscar un entendimiento más profundo y construir la
confianza necesaria para avanzar hacia una solución justa y duradera.
En
conclusión, la búsqueda de un acuerdo basado en la Resolución 181 de las
Naciones Unidas y la definición de fronteras comunes es clave para alcanzar la
paz entre Israel y Palestina. Si nos comprometemos sinceramente con el diálogo
y el respeto mutuo, podremos superar las diferencias y trabajar juntos hacia un
futuro pacífico y próspero para ambas naciones. No olvidemos que la paz no es
solo un sueño, sino una posibilidad real si estamos dispuestos a trabajar por
ella.
No
en vano debo finalmente recordar aquí, que el inicio de esta historia tiene su génesis
en la Declaración Balfour: emitida el 2 de noviembre de 1917 por el Ministro de
Relaciones Exteriores británico Arthur Balfour, es un documento que ha tenido
un impacto significativo en la historia de Israel y Palestina. Esta declaración
expresaba el apoyo del Gobierno Británico al establecimiento de un hogar
nacional judío en Palestina, reconociendo así el deseo y la aspiración del
pueblo judío de tener una tierra propia.
En
el texto de la declaración, se destaca que el Gobierno Británico haría uso de
sus mejores esfuerzos para facilitar la realización de este objetivo. Esto
implica que se comprometieron a tomar medidas para ayudar a establecer un hogar
para el pueblo judío en Palestina.
Sin
embargo, es importante tener en cuenta que la Declaración Balfour también
establece claramente que no se tomará ninguna acción que perjudique los
derechos civiles y religiosos de las comunidades no judías existentes en
Palestina, ni tampoco afectará los derechos y el estatus político de los judíos
en cualquier otro país. Esto refleja el intento de equilibrar los intereses y
derechos de todas las partes involucradas.
La
Declaración Balfour ha sido objeto de controversia a lo largo de los años y ha
generado diferentes interpretaciones y respuestas tanto por parte de los
israelíes como de los palestinos. Para los partidarios del sionismo, esta
declaración fue un hito importante y un reconocimiento internacional del
derecho de los judíos a tener una patria en Palestina. Por otro lado, para
muchas comunidades y líderes palestinos, la Declaración Balfour se percibe como
una promesa británica que condujo a la pérdida de tierras y derechos para los
palestinos.
Es
fundamental reconocer que la Declaración Balfour sentó las bases para el
posterior establecimiento del Mandato Británico sobre Palestina y,
eventualmente, para la creación del Estado de Israel en 1948. Sin embargo,
también ha sido un tema de debate y conflicto en el conflicto
israelí-palestino, ya que algunos ven la Declaración Balfour como una
injusticia que ha influido en las tensiones entre las dos comunidades.
En resumen,
la Declaración Balfour es un documento histórico que expresa el apoyo británico
al establecimiento de un hogar nacional judío en Palestina. Si bien ha sido
interpretada de diferentes maneras, su impacto en la historia y el desarrollo
de Israel y Palestina es innegable, y continúa generando discusiones y debates
sobre sus implicancias y consecuencias, pero debe haber un punto final y es en
la mesa de negociaciones que se dará fiel cumplimiento a lo Resuelto por la
Asamblea General de las Naciones Unidas, porque debemos recuperar un tiempo que
se ha perdido en una guerra sin sentido, y la historia lo ha demostrado, ya que
Egipto firmó la Paz con Israel, así como Jordania, y los Emiratos Árabes entre
otros. Es en la mesa repito donde encontraremos las verdaderas respuestas a la
Paz, ni Palestina le devolverá la vida a los Judíos muertos, como Israel
tampoco podrá devolver la de los Palestinos.
Es
tiempo de rectificar el gran error que se cometió en el pasado, como fue no
reconocer la Resolución 181 de noviembre de 1947 de las Naciones Unidas, pero
lo hemos hecho ahora con la frente en alto y convencidos de que Allah nos conduce
hacia la consolidación de la Paz para nuestra Nación y con las grandes
bendiciones para nuestro pueblo.